Según el diccionario de la RAE, la agorafobia es «la fobia a los espacios abiertos, como plazas, avenidas, campo, etc.»
Sin embargo, en el término psiquiátrico de agorafobia se incluyen no sólo los temores a lugares abiertos sino también otros relacionados con ellos, como el temor a las multitudes, a los puentes, a estar solo en espacios exteriores o a cualquier sitio que implique una dificultad para poder escapar inmediatamente a un lugar seguro (por lo general el domicilio propio).
La Agorafobia es, por tanto, un tipo de trastorno de ansiedad que consiste en un miedo y un temor intenso a estar en lugares de donde sería difícil escapar o donde no se podría disponer de ayuda.
Se desconoce la causa exacta de la agorafobia.
Algunas veces se presenta cuando una persona tuvo un ataque de pánico y comienza a tener miedo de situaciones similares a las que ocurrieron en ese primer ataque, con gran temor a que se repita.
Muchas personas sienten pavor a poder desmayarse o a quedarse solas en lugares públicos.
En la Agorafobia los miedos o la ansiedad intensa suelen aparecer en las siguientes situaciones:
- Transporte público (trenes, metro, aviones, barcos, autobuses o automóviles)
- Espacios abiertos (puentes, aparcamientos o mercados)
- Sitios cerrados (cines, teatros o tiendas)
- Estar en medio de una multitud o sitios que precisan estar en una cola.
- Estar solo fuera del domicilio propio.
Se temen y se evitan estas situaciones descritas al pensar que escapar de allí podría ser difícil o que no se dispondría de ayuda en el caso de presentar síntomas incapacitantes.
Las personas que padecen agorafobia temen que los síntomas les afecten en el contacto social o a su imagen pública (miedo a caerse delante de otras personas, a perder el control o a tener incontinencia de esfínteres).
Estas situaciones se evitan activamente o se realizan sólo con la presencia de un acompañante.
Este temor se mantiene continuado en el tiempo y provoca en la persona que lo sufre un deterioro en su esfera social, laboral o relacional, afectando a su funcionamiento previo habitual.
La agorafobia se diagnostica de forma independiente a la existencia de trastornos de pánico, pero una persona puede presentar los dos procesos de forma conjunta, de hecho es muy frecuente que así ocurra.
Pincha aquí para conocer los diferentes procesos de ansiedad.
Aunque la intensidad de la ansiedad y la gravedad de la conducta de evitación son variables, la agorafobia suele ser el más incapacitante de todos los procesos de ansiedad, llegando, en algunas ocasiones, a que la persona tenga que quedar confinada en su casa.
Desde luego, provoca en la persona que lo padece una limitación social muy importante.
Nuestra vida social y de relación, nuestras fiestas populares y nuestras tradiciones más cercanas, prácticamente siempre implican un contacto personal muy estrecho y la existencia de aglomeraciones de personas.
Pensemos en los sanfermines en Pamplona, la Semana Santa de Sevilla o Málaga, los carnavales de Cádiz o de Canarias, las Fallas en Valencia, la Virgen Blanca en Vitoria, … y así todas las fiestas de nuestro entorno.
La agorafobia nos va a impedir disfrutar de ellas.
¿Nos vamos a perder todas estas fiestas?
No, porque tiene solución.
Afortunadamente tenemos opciones terapéuticas muy adecuadas para tratar este trastorno, con terapias psicológicas y con tratamiento psicofarmacológico.
Así que no podemos ni debemos dejar que este trastorno nos limite nuestra vida.
