En la exploración psiquiátrica tenemos la necesidad de conseguir una visión global, con una perspectiva adecuada, para evitar que una foto fija nos lleve a cometer errores de bulto.
Estos errores, que en una opinión o en un comentario de la vida cotidiana no van a tener valor trascendente alguno, en una consulta psiquiátrica nos pueden impedir que podamos conocer de verdad y de forma completa a cada paciente, pudiendo alterar un correcto diagnóstico y también un correcto tratamiento.
Es, por tanto, absolutamente necesario tener la correcta perspectiva en la exploración psiquiátrica de cada paciente que nos permita tener la visión completa del proceso.
Esto sólo se consigue con una buena historia clínica, teniendo en cuenta lo que se dice, lo que se calla, lo que se ve, lo que se intuye y lo que observamos (es muy importante el lenguaje no verbal), tanto en el paciente como en todas las personas que puedan acompañarle.
Con un ejemplo se entienden mejor las cosas:
Salgo a correr casi todos los días.
El entrenamiento diario es para mí algo más que una rutina.
Es el momento de máxima relajación del día y el momento de la liberación de la carga de adrenalina y del estrés interior acumulado, además de ser también la manera ideal de mantener el cuerpo en forma.
Yo recomiendo hacer deporte como una alternativa o, más bien, como un complemento al tratamiento psiquiátrico que indico a los pacientes.
Pero claro, yo tengo que ser el primero en dar ejemplo.
Si me encuentro en forma, tanto física como psíquicamente, voy a trabajar mejor y voy a responder con más claridad y concentración a ese reto que, en el día a día de mi trabajo, supone hacer una buena exploración psiquiátrica a cada paciente que llega a mi consulta.
Tengo que tratar de conseguir siempre la correcta perspectiva en la exploración psiquiátrica, para así no quedarme en los superfluo, en lo superficial o en lo poco importante.
La inadecuada perspectiva
Hace ya unos meses, al final de la primavera de 2020, pocos días después de haberse levantado el estado de alerta y confinamiento provocado por el maldito coronavirus (Covid-19), estaba yo corriendo de vuelta a casa en mi entrenamiento diario matutino.
Volvía muy contento y feliz porque era el primer día después del confinamiento que realizaba una carrera de más de 15 kilómetros. Además, en esa carrera estaba manteniendo un ritmo medio de 5:41 minutos cada kilómetro, lo cual, para mí, es un ritmo muy bueno de entrenamiento.
Cuando estaba en el último kilómetro, ya muy cerca de mi casa, empecé a notarme algo fatigado, por lo que decidí bajar un poco el ritmo.
Pero seguía disfrutando enormemente de ese final de carrera.
Me encontraba casi en una nube, enorgulleciéndome de la distancia recorrida, del tiempo empleado y de comprobar cómo, con mi edad y después de ese tiempo tan duro de permanencia en casa durante el confinamiento, me seguía manteniendo en muy buena forma física.
Ya muy cerquita de casa me crucé con un “conocido” que salía de su portal y que estaba a punto de coger su motocicleta (seguramente para ir a su trabajo). Al verme me sonrió y, a modo de saludo y a voz en grito, me dijo: “Los años no pasan en balde”.
Yo le sonreí también, a pesar de que ese comentario me había “tirado” bruscamente de mi nube. Pero luego, mientras terminaba la carrera, me reí abiertamente y llegué a casa casi en plena carcajada.
Directamente, el comentario de este «vecino-conocido» me bajó de la nube de gozo en la que estaba volviendo de mi entrenamiento.
No me molestó, pero me hizo reflexionar.
Yo venía contento y feliz por el buen entrenamiento que estaba realizando (a pesar de mi edad) y, sin embargo, el punto de vista del espectador externo, con la foto fija del momento, reflejaba a una “persona mayor” que se «arrastraba» por la calle y que parecía estar físicamente “acabado”.
Desde luego, la perspectiva con la que este espectador externo valoraba mi entrenamiento de ese día, nada tenía que ver con mi propia perspectiva y, por tanto, sus conclusiones habían sido totalmente diferentes a las que yo había obtenido.
La buena perspectiva
Es necesario buscar y encontrar la correcta perspectiva en la exploración psiquiátrica.
En todas las ramas de la Medicina, pero específicamente en Psiquiatría, la valoración que realicemos del paciente en consulta, a través de la exploración psiquiátrica, es fundamental para el diagnóstico correcto y para el tratamiento adecuado.
No podemos dejarnos guiar por esa foto fija de la primera impresión que nos transmite el paciente o, incluso, la que nos puede transmitir el familiar que le acompaña.
La visión global
Es muy importante, tremendamente importante, valorar los síntomas externos que nos está expresando el paciente y que estamos viendo en esa primera foto fija.
Pero igualmente importante es saber investigar el trasfondo y establecer una relación terapéutica con el paciente que nos permita conseguir esa correcta perspectiva en la exploración psiquiátrica, que nos ayude a conocer el origen, la causa, el motivo, la evolución y la razón de ser de la forma de expresión de estos síntomas que vemos.
Conseguir la valoración completa, con una adecuada y correcta perspectiva en la exploración psiquiátrica, es fundamental para que el paciente pueda estar bien atendido, para poder establecer el diagnóstico correcto y para poder recomendar el tratamiento más eficaz que le permita la mejoría clínica completa y la recuperación de su calidad de vida.
PD:
Cada vez que vuelvo a casa de mi entrenamiento y paso por la puerta de mi simpático vecino, de forma involuntaria pero constante, alargo mi zancada y acelero mi paso de carrera.
Mi organismo trata de hacer ver al espectador externo que estaba equivocado, que no se habían entendido bien sus señales.
De todas formas ha sido para nada. Mi vecino no ha hecho nunca más acto de presencia en el momento que yo paso. Ni falta que hace.