Es un clásico que cuando se van acercando las fechas navideñas, haga yo la misma pregunta a las personas a las que atiendo en mi consulta: “¿Qué tal lleva la Navidad?”.
En las respuestas no suele haber término medio, “odio la navidad con todas mis fuerzas” o “me encanta la Navidad”. Es la dualidad emocional que provoca la Navidad.
“Amo la Navidad”
En los “amo la Navidad” aprovechar que llegan las fiestas es siempre un factor muy favorable para la recuperación de cualquier proceso psicopatológico.
La Navidad provoca, en este grupo de personas, sensación de alegría, felicidad, optimismo, recuperación de ilusiones y deseos de retomar el contacto interpersonal cercano.
Es la antítesis de los síntomas depresivos, por lo tanto, si conseguimos estimularlos y potenciarlos, va a ser más fácil iniciar una recuperación funcional del proceso que estemos tratando o una mejoría sintomática, aunque sea parcial, que nos permita servir de punto de partida hacia una recuperación definitiva.
Esta situación positiva de “amo la Navidad” es más frecuente encontrarla en personas más jóvenes y en situaciones en las que el entorno familiar es muy compacto y cercano.
“Odio la Navidad”
Esta situación supone un agravante negativo en la recuperación del proceso clínico que estemos tratando, fundamentalmente los procesos que tienen que ver con episodios de ansiedad y/o depresión.
Para estas personas, esta época supone una vivencia negativa que, de entrada, ya provoca tristeza, irritabilidad y enfado. Además, no entienden ni aceptan como los “amo la Navidad” pueden disfrutar de estas fiestas.
Es muy difícil convencer a un “odio la Navidad” para que disfrute de estos momentos. Prácticamente es un imposible, que incluso enfada a las personas cuando objetivan que estamos intentando convencerlas de ello.
Sin embargo, tenemos que tratar de disminuir el impacto negativo que en estas personas provocan estas fiestas. Si no son favorables, al menos tratar de que sean lo menos traumáticas posible.
Hay dos grupos importantes dentro de los «odio la Navidad»:
- Personas que han tenido unos recuerdos muy negativos de las navidades en su infancia y que arrastran este trauma hasta la edad adulta y la senectud.
- Personas que han sido capaces de disfrutar mucho, previamente, de la Navidad, pero que, a medida que ha pasado el tiempo y la vida, a consecuencia de la pérdida de familiares con los que ha compartido las vivencias navideñas, estas fechas se convierten en sentimientos de pérdida, luto, duelo o abandono emocional, y, lo que antes era felicidad y encanto, ahora se convierte en añoranza y duelo. Esto puede ocurrir aun cuando se tenga un buen apoyo familiar actual, pero es mucho más intenso si existe un gran aislamiento familiar o social.
Cómo ayudar a los “Odio la Navidad” a superar estas fechas.
Inicialmente hay que plantearse hacerlo de una forma sibilina y nunca abrupta.
Decirle a un “odio la Navidad”: “¡Qué bien que llegan las fiestas!, ¡vamos a disfrutar de ellas!, ¡qué es momento de alegría y felicidad!”, como un anuncio más de juguetes, colonias o de lotería, nos llevaría al fracaso absoluto y a que la persona “odio la Navidad” se convierta además en “odio a mi psiquiatra”.
Te dejo enlaces por si quieres recordar diferentes anuncios de Navidad: el anuncio de «las muñecas de Famosa se dirigen al portal«, el de «Vuelve a casa por Navidad» y el del «Calvo de la Lotería«. Así, si eres un «odio la Navidad» vas a tener motivos sobrados para odiar a este psiquiatra que te escribe.
La manera más fácil de ayudar a superar estas fiestas sería decirles que pasan pronto, que no son más de 3 semanas y que no van a volver hasta dentro de un año.
Pero, sería bueno aprovechar los recursos positivos que nos pueden dar estas fiestas para llevarlos a nuestro favor.
Lo primero es estimular el querernos a nosotros mismos.
Tengo que aprender a quererme a mí mismo y, por tanto “yo” tengo que aprender a ser egoísta y a disfrutar de mi como persona, utilizando todos los recursos que tenga a mi alrededor. Y este momento “fiesta” debería ser un buen recurso.
No tengo que obligarme a sentir es espíritu navideño, pero tampoco tengo que sentirme mal porque ese espíritu aparezca en otras personas. Si los demás se quieren y expresan ese cariño, yo no me tengo que sentir mal por ello, tengo que estar por encima de esta situación y aprender a quererme a mí mismo, demostrándomelo a diario.
El sentimiento de pérdida casi siempre está presente en los “odio la Navidad”, el recuerdo de los que ya no están y el duelo permanente por esta circunstancia aumenta en las fechas navideñas por las reuniones y los contactos familiares en los que se echa mucho en falta a los que ya se han ido (si quieres saber más sobre el duelo, pincha aquí).
Pero, tenemos que aprender a disfrutar de los recuerdos de esas navidades felices que vivimos con nuestras personas queridas, aunque estas personas ya no estén.
Si los recuerdos son positivos y las vivencias previas felices y entrañables, no podemos convertirlos en negativos y en sentimientos sólo de añoranza y de duelo, hay que APREDER A DISFRUTAR DE NUESTROS RECUERDOS, incluso cuando sean lo único que nos queda de unas navidades felices pasadas, para que el recuerdo de esas personas que ya nos faltan sea siempre motivo de felicidad por lo vivido.
Si las navidades estuviesen condicionadas por las pérdidas de las personas queridas, hace muchísimo tiempo que nadie sería feliz en las Navidades, porque siempre, a lo largo de la vida y de las generaciones pasadas, presentes y futuras, tendremos que convivir con la pérdida de un ser querido.
Tenemos que ser los referentes de los que vienen detrás y no bloquear, con nuestra tristeza, la felicidad de los pequeños de la casa.
Y si estamos solos.
Pues vamos a aprovechar los recursos que estas fechas nos brindan:
Vamos a relajarnos un poco con las comidas y los dulces (hace mucho frío y el metabolismo basal nos va a permitir aumentar las calorías que consumamos)
Vamos a disfrutar del buen cine ya que, en estas fechas, aumenta la programación de películas (en muchas ocasiones de muy buenas películas) por encima de los “programas basura” que habitualmente inundan la programación televisiva.
Vamos a permitir hacernos un buen regalo. Me lo merezco y me quiero a mí mismo para regalármelo.
Vamos a disfrutar de la soledad y de nuestros recuerdos. El otro día una compañera mía indicaba en un programa de radio como era importante no dejar sola a ninguna persona en Navidad. Yo no estoy del todo de acuerdo. Hay personas a las que se puede hacer daño si se las deja sola en estas fechas, pero también hay muchas otras a las que no les hace ningún bien mantener una reunión familiar forzada y pueden disfrutar perfectamente de estos días en su soledad, organizándolos como quieran y de la manera que quieran.
Con este escrito no estoy tratando de convertir a un “odio la Navidad” en un “amo la Navidad”, pero no dinamitemos nuestra propia existencia con ideas negativas preconcebidas, aprovechemos todos nuestros recursos, aprendamos a querernos más a nosotros mismos y demostrémonoslo en estas fiestas.
Y si al final todo falla, volvamos al primer punto: Estas fiestas pasan pronto, no duran más de 3 semanas, así que no podemos tenerlas en la cabeza negativamente, por temerlas, durante todo el resto del año.
Fotografía de la portada: Museo de Belenes de Mollina (Málaga). Un espectáculo para visitar en cualquier momento del año, a pie de la Autovía A-92. https://www.museodebelenes.com/ (Foto de Enrique Gómez Álvarez Salinas)